29/05/2018
ADEMÁS de un congreso, el festival Diversario ha traído estos días a Huesca danza, teatro, arte, performance y mucha música. Todo ello con la diversidad funcional por bandera. A lo largo de la semana se ha podido escuchar la chanson francesa del trío Pourquoi Pas, el pop-rock de los Empoderaos o la vitalista y sorprendente revisión que el Coro Arcadia ofreció de canciones de Robert Wyatt, Daniel Johnston, Brian Wilson y los Ramones en el acto inaugural de las exposiciones del Centro Cultural Manuel Benito Moliner.
Pero, sin duda, la jornada musical estelar del festival Diversario fue la del sábado, donde confluyeron dos artistas muy distintos, se diría que iametralmente opuestos, pero unidos por un parecido problema de movilidad: Pangea y Langui. El arco estilístico se movió entre las atmósferas y los relatos. De lo primero se encargó Juan Antonio Nieto (verdadero nombre de Pangea), y de lo segundo hizo muy buen uso Juan Manuel Montilla, que es quien se esconde tras el nombre de Langui, cuya primera actuación en Huesca, junto a su grupo La Excepción, tuvo lugar precisamente en el marco del festival de oralidad Huesca es un Cuento hace ya mucho tiempo. Lo dicho, El Langui domina como pocos la cuestión de los relatos, y lo hace con una gracia inigualable.
Al mediodía, a la hora del vermú, en los jardines del CDAN, tras la performance sensitiva y terapéutica de Marta Fernández Calvo, el aire se llenó de ruido, clicks, crepitaciones y sonidos ambientales con Pangea, el proyecto actual de Juan Antonio Nieto, un histórico de la movida madrileña, que tras tocar la batería con grupos como Alphaville (los alemanes no, los de Madrid) y Aviador Dro, continuó su trayectoria con proyectos de electrónica y música experimental como Shakermoon y Fracture!, este último junto a José Luis Abel, de Alphaville.
Fue realmente fascinante el contraste entre la atmósfera bucólica de los jardines del CDAN y la amenazante sonoridad ruidista surgida del ordenador de Juan Antonio Nieto. Su paisajismo sonoro llevó a los espectadores, sentados
en la hierba, de una incierta tranquilidad a los exabruptos del ruido extremo. Como la vida misma. Y si hablamos de vida, hablamos de Langui, un ejemplo de superación, alguien que sabe reírse de si mismo con elegancia y retranca al mismo tiempo.
Muchos años después de sus primeras visitas a Huesca con su grupo La Excepción (Huesca es un Cuento, festival Periferias), el rapero madrileño regresó el sábado a la capital oscense convertido en la gran estrella del festival Diversario.
A pesar de coincidir con la final de la Champions, más de trescientas personas se acercaron al Palacio de Congresos para disfrutar de la peculiar concepción, llena de guasa, que el Langui tiene del hip hop. Arropado por un vibrante y numeroso grupo de músicos (¡nada menos que once personas sobre el escenario!), entre los que tuvo un papel destacado el disc-jockey, DJ Caution, dedicó gran parte de su actuación a un continuo toma y daca dialéctico con ese divertido charlatán que responde al nombre de Rellenique del hip hop. Pero después llegaría todo el arsenal funky con temas como Hurón albino o Chungo petaca, de La Excepción. Al ritmo disco de Ey le siguió el buenrollismo de Trabajando en el barrio, su peculiar oda al barrio madrileño de Pan Bendito del que procede.
Después, con una base de rhythm & blues, fue presentando a los excelentes músicos que le acompañaban, para enlazar con el groovy Sareskeitor y el aliento soul de Sin escaleras era mi escuela de La Excepción. Y entre tantas
buenas vibraciones y tanta good time music, Langui se quedó más tarde a solas con DJ Caution para interpretar el tema más serio y sentido de su repertorio, A tientas, que le valió el Goya a la mejor canción, incluida en la película El truco del manco, que él mismo protagonizó. Un tema sin duda con mucho de autobiográfico. Pero la apoteosis llegó con algunos de los mejores temas de La Excepción: el vacilón “Amos chacho”, un genial Oye, compai (que sonó en clave de afrobeat) y La verdad más verdadera. Y tras interpretar “Se buscan valientes” (con su guiño a The wall de Pink Floyd y su mensaje anti-bullying), en el que contó con la participación de varios espectadores (alguno de ellos muy locuaz), se despidió definitivamente, con todo el público puesto en pie y bailando, a ritmo antiguo grupo La Excepción. En realidad no tan antiguo, porque coincidiendo con el 20º aniversario de su creación, anuncia ya una próxima gira con La Excepción. Habrá que estar allí para celebrarlo.
Fuente: Diario del Altoaragon 29/05/2018